"Más Dios ha de permitir que esto llegue a mejorar pero se ha de recordar para hacer bien el trabajo que el fuego pa calentar debe ir siempre por abajo"
José Hernández, Martín Fierro
José Hernández, Martín Fierro
Hegemonía
En 1867 Karl Marx publica el primer tomo de El Capital, en cuya introducción señala:
"En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política, y a la que corresponden determinadas formas de la conciencia social ... El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, es su ser social el que determina su conciencia ... Al cambiar la base económica se conmociona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas conmociones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo".
Aquellas "formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo" son retomadas por el Antonio Gramsci, dirigente del Partido Comunista Italiano. Gramsci es encarcelado en 1926, a los 35 años, por el régimen de Mussolini, y moriría en 1937 en las cárceles del fascismo. Con Gramsci el análisis inicia una nueva etapa: Las relaciones de dominación pura, coercitiva, ceden su lugar a la lucha hegemónica, pasando de la arena estructural, determinista, al campo superestructural, simbólico, de la cultura. El concepto clave es el de hegemonía.
Explica Jesús Martín Barbero que la hegemonía "es el proceso de dominación social y no una imposición desde un exterior y sin sujetos, un proceso en el que una clase hegemoniza en la medida en que representa intereses que también reconocen de alguna manera como suyas las clases subalternas. Y en la medida significa aquí que no hay hegemonía, sino que ella se hace y se deshace, se rehace permanentemente en un proceso vívido, hecho no solo de fuerza sino también de sentido, de apropiación del sentido por el poder, de seducción y de complicidad".
Desde Habermas y la Escuela de Frankfurt para acá, el hombre privado, en tanto tal, no ejerce el poder. En sus palabras: "Los burgueses son personas privadas y, como tales, no dominan". Volviendo a Gramsci, entendemos que las clases dominantes "no dominan directamente o en su propio nombre y el de intereses abiertos, sino que con necesarios desplazamientos ... lo hacen mediante las estructuras de clase neutral del Estado y con el campo, complejamente constituido, de las ideologías". Entonces la ideología no es lo que está escondido y oculto, sino precisamente lo que está más abierto, aparente y manifiesto, lo que ocurre en la superficie y a la vista de todos.
Las clases subalternas también generan sentido, por supuesto. Gramsci define folklore como "concepción del mundo y de la vida, en gran medida implícita, de determinados estratos de la sociedad, en contraposición con las concepciones del mundo oficiales que se han sucedido en el desarrollo histórico".
Es necesario disociar Estado, gobierno, poder y hegemonía. Sus relaciones están necesaria y múltiplemente intrincadas.
Ivancich señala que el poder cuenta con dos dimensiones: Un espacio físico, capaz de sancionar, nominar y reprimir; y un espacio relacional, en donde se legitima la dominación. O sea: una superestructura de construcción hegemónica. El espacio relacional indica que "el poder se ejerce a partir de innumerables puntos de apoyo dentro de un juego de relaciones desiguales y móviles".
Michel Foucault nos explica que el poder "produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos: Es preciso considerarlo como una red productiva que atraviesa el cuerpo social, más que como una instancia negativa con la función de reprimir".
El Estado sigue detentando el "monopolio de la violencia legítima" como señala Max Weber, ese mismo espacio físico al que se refiere Ivancich, una suerte de amenaza capaz de pasar de la latencia a la acción directa: El castigo, la prisión, la nominación negativa. Pero el campo de la lucha por la hegemonía es la cultura, no la economía ni la base material. Por eso el discurso hegemónico tiende a naturalizar aquellos párrafos del discurso dominante que las clases dominadas aceptan: Lo que llamamos sentido común no es sino un discurso de este tipo.
El sentido común se presenta, siempre, como naturalizado. Naturalizado porque la negociación permanente entre los distintos grupos que conforman una sociedad e intentan imponer sus puntos de vista tienden a producir un discurso consensuado. Hasta podemos llegar a ver al sentido común como la materialización del discurso hegemónico. En términos de Gramsci el sentido común es “un agregado caótico de concepciones diversas, y en él se puede encontrar todo lo que se quiera”. Esto no significa que “no contenga verdades”. Su relevancia se encuentra en la imperatividad que alcanza cuando produce normas de conducta.
Pero hay que tener cuidado con esas pociones de verdad: "El sentido común es un concepto equívoco, contradictorio, multiforme, y referirse al sentido común como prueba de la verdad es absurdo".
En realidad, el tema de la verdad es harina de otro costal. Lo que está en juego en la interdiscursividad no es la verdad, sino la preeminencia de unos u otros discursos. Es la batalla por la hegemonía.
Desde la lógica semiótica Charles Peirce afirma que: "El carácter público de la verdad coincide con lo que el sentido común llama realidad". En palabras de Juan Domingo Perón: "La única verdad es la realidad".
O sea: Lo único que sabemos sobre la verdad es que es una suerte de convención social, producto del encuentro de múltiples discursos sociales. Desde las primeras gacetas del Siglo XXII hasta los modernos conglomerados multimedia, los medios de comunicación ocupan un lugar central en la propagación de los distintos discursos.
Medios
"Epistemológicamente, lo que ha sido presentado como hecho objetivo demuestra ser finalmente un juicio de valor que implica la superioridad intrínseca de un modo de vida sobre otro"
Denis Perrot
No es fortuito que los medios se consideren a sí mismos como El Cuarto Poder. Lo son. La Nación es "una tribuna de doctrina", Clarín "un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos" y Crónica está "firme junto al Pueblo". Los comunicólogos aceptan que la base de ese poder se encuentra en la capacidad de instalar y/o moderar la agenda pública.
Mar de Fontcuberta postula que el temario de un medio se decide mediante tres operaciones básicas: La inclusión de información, la exclusión de información y la jerarquización de la información.
Para Stella Martini la jerarquización de la información está relacionada con la construcción de la agenda por parte de un medio. Dar mayor importancia a un acontecimiento que a otro supone plantear aquellos temas “sobre los cuales los lectores tendrían que pensar o discutir”. La agenda del medio se construye con los temas que el medio selecciona como las problemáticas más importantes a discutir en la sociedad. La credibilidad del medio se funda en la correspondencia entre la agenda del medio y la agenda de la sociedad.
En síntesis: La agenda de los medios puede operar como marco de interpretación de la realidad, al decirnos sobre que debemos pensar y debatir. Y a veces, incluso, como hacerlo.
Como muestra, recordemos que durante los cinco meses del Paro del Campo las noticias sobre inseguridad desaparecieron de las tapas de los diarios, revistas, radios y programas televisivos. Pero no desaparecieron de la vida cotidiana real de los argentinos, sino de sus percepciones, de sus valoraciones de lo urgente.
Así, la sensación de inseguridad se presenta como una construcción abstracta capaz de generar una masa colectiva de seguidores, que "sienten" algo, independientemente de su realidad.
O sea: Delitos se producen, es absurdo negarlo, pero la sensación es una categoría separada de la realidad.
Desde la fenomenología Merleau Ponty postula que la sensación es un hecho relacional y no absoluto, descalificando la posibilidad de una sensación pura, y por ende, de una percepción pura. Explica que: "El algo perceptible está siempre en medio de otra cosa, forma siempre parte de un campo".
Desde los Estudios Culturales David Morley afirma que "En el proceso de decodificación e interpretación de los mensajes de los medios siempre participan otros mensajes, otros discursos, tengamos o no conciencia explícita de ello".
-¿Qué te pasa Clarín?- no es una pregunta vacía. El gobierno juega sus fichas y Clarín las suyas. Solo que Clarín los hace desde una presumida independencia y prescindencia de los intereses políticos. Naturaliza su discurso como parte del sentido común. Parte de la sociedad, conciente o inconcientemente, acuerda con ello.
Presentar el conflicto del campo como un problema meramente fiscal es una canallada: Lo que estamos discutiendo es sí queremos un país con un Estado fuerte e inclusor, o sí volvemos a los experimentos de la Argentina agro-exportadora.
Ante la emergencia de un proyecto oficial de Ley de Radiodifusión y Comunicaciones, una deuda pendiente de la democracia, el rechazo de los medios y de los partidos de la oposición es masivo.
La radiodifusión argentina se encuentra reglamentada por el Decreto Ley 22.285, sancionado en 1980. Quienes se oponen a una nueva ley deben ser regidos por la vigente, por ejemplo cuando postula: "Se obliga a informar de modo veraz, objetivo y oportuno. Se prohíbe el sensacionalismo y cualquier forma de expresión que pueda producir alarma colectiva, preconice la violencia o presente los hechos de manera truculenta o repulsiva".
Ejemplos del proceder en contrario hay miles. Esta semana un aviso de TN dice, palabras más palabras menos, que en Argentina actualmente operan:
Carteles como los de Mexicanos
Sicarios Narcos como en Colombia
Cocinas y Laboratorios como en Bolivia
Consumidores como en Estados Unidos
El titulado sensacionalista iguala una problemática existente en nuestro país con realidades brutales de otros países, tan brutales que la comparación cuantitativa nos revela insostenible tal titulado. ¿Qué se persigue entonces sino encender la "alarma colectiva".
Como muestra, Argentina ocupa el puesto 13ro sobre 19 países americanos, en lo que hace a las muertes dolosas cada 10.000 habitantes:
Seguridad
¿La seguridad de quién? Los adolescentes que nacieron sin posibilidad de acceso a la educación, a la salud, al trabajo, ¿qué seguridades tienen? ¿Por que el Estado debería garantizar ciertas seguridades y no otras? ¿Por que el Estado debería garantizar el cumplimiento estricto de ciertas leyes (el Código Penal) y no de otras (Constitución, Pactos Internacionales, leyes impositivas?
Los fenómenos de la casuística y la sinecdoquización no son nuevos. Ya en 1994 Aníbal Ford dice que: "Los casos, no sólo en los realitiy shows, sino también en los informativos audiovisuales o en las aun hoy indefinibles secciones de interés o de información general de los diarios, son los que provocan las discusiones públicas más densas ... Que estas discusiones públicas se produzcan de una manera informal y aleatoria no implica que no sean de interés público o que no informen al ciudadano. Pero no reemplazan al debate público".
Este fenómeno tiene dos aristas: Por un lado, "el caso es débil y arbitrariamente conectado con lo estructural. Cuando no perjudicialmente".
Así, tomar la palabra del damnificado directo, en el peor momento de su vida, como directriz de un debate público o como ordenador de una legislación constituye, básicamente, una locura.
La ley es, por definición, universal. Y como tal nace por y para todos. Y tiene un ámbito principal: El Congreso de la Nación. Y miles de abogados, jueces, especialistas, docentes. El debate legal debería darse en esos ámbitos y con esos actores. Un debate público que no puede, de ninguna manera, ser reemplazado por una televisiva mesa redonda de actores, cantantes y familiares enojados.
Hace apenas cinco años la muerte de Axel Blumberg y el multitudinario apoyo de ciertos segmentos de la sociedad motivan una serie de cambios en la legislación penal. El resultado ha sido nulo, cuando no retrógrado.
A la inseguridad, como sensación o como realidad, se la combate con la ley en la mano. Y con inclusión social.
Marginalidad
"Un campesino va a ser juzgado por Dios. Pero Dios, que lleva una cuenta de todas las barrabasadas que hacemos nosotros los mortales, le dice al campesino: -Has sido un pillete. Has mentido. Te has emborrachado. Le has pegado a tu mujer. Le has robado y levantado falso testimonio a tu vecino. -Y la balanza cargada de las culpas de Makar se inclina cada vez más hacia el Infierno, y Makar trata de hacerle trampa a Dios pisando el platillo adverso; pero aquel lo descubre, y entonces insiste-: ¿Ves como tengo razón? Eres un tramposo, además. Tratas de engañarme a mí, que soy Dios. Pero de pronto, ocurre algo extraño. Makar, el bruto, siente que una indignación se despierta en su pecho, y entonces, olvidando que está en presencia de Dios, se enoja y comienza a hablar; cuenta sus sacrificios, sus penas, sus privaciones. Cierto es que le pegaba a su mujer, pero le pegaba porque estaba triste; cierto es que mentía, pero otros que tenían mucho mas que él también mentían y robaban. Y Dios se va apiadando de Makar, comprende que Makar ha sido, sobre la tierra, como la organización social lo había moldado, y súbitamente, las puertas del Paraíso se abren para él". Roberto Artl, La muchacha del atado
Algunos números:
De acuerdo a los datos suministrados por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en registrocivil.gov.ar, la cantidad de hechos delictivos entre 1980 y 2007 es la siguiente:
O sea que, al menos en Capital Federal, no solo no hay un aumento significativo del delito, sino que incluso la situación es menos grave que en el período 1980-1985. Lamentablemente no contamos con estas estadísticas en el conurbano bonaerense.
Si tenemos datos de la provincia respecto a los hogares en situación de pobreza:
Sí bien es exagerado aun hablar de redistribución de la riqueza, lo cierto es que lentamente más hogares salen de situación de pobreza. Dentro de esta mejora paulatina, los más castigados en la provincia siguen siendo los más jóvenes:
En el conurbano el 43.2 % de los menores son pobres aun, más del doble que en la Capital Federal y cuatro veces los que en Tierra del Fuego o Santa Cruz. En la Provincia de Buenos Aires durante el 2007 se cometen 239.358 delitos, de los cuales 884, el 3,69 por mil, son homicidios.
Los fallecidos en accidentes de tránsito son más del doble de los asesinados.
Cruces
Si creemos con Kant que "todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia", podemos preguntarnos: Conocer a través de los medios de comunicación masiva, ¿Es una experiencia? ¿De que tipo?
Y sí, es una experiencia mediada por una serie de factores ajenos a los sentidos: El lenguaje en primer lugar, el soporte y las condiciones de producción de dicho soporte, las limitaciones económicas, políticas, narrativas y técnicas de cada medio de comunicación.
Ante todo, el lenguaje es la primera mediación. Y "El hombre es en el lenguaje, el lenguaje es la expresión del modo humano de ser en el mundo", como explica Wittgenstein. Desde Benveniste para acá, el lenguaje solo puede ser herramienta en tanto sea puesto en acto. Y allí es donde "Los nombres que damos a las cosas y a las operaciones pasan de contrabando connotaciones de lo bueno y lo malo; un sustantivos siempre tiende a llevar consigo un adjetivo invisible, y el verbo, un adverbio invisible", como dice Kenneth Burke.
Tendremos que comenzar a ejercitar la mnemotecnia, el arte de aumentar el alcance de la memoria. Nos toca vivir en una sociedad donde sus miembros, sistemáticamente, pronuncian el latiguillo eterno al reclamar: "Yo pago mis impuestos". Salvo que no facturan sus ventas, compran en negro para evitar el IVA, adeudan Ganancias e Ingresos Brutos desde 1998 y no hab pagado jamás Autónomos.
La Sociedad Rural y sus laderos paralizaron al país durante cinco meses para resistir una modificación en las retenciones a las exportaciones. En nombre del bien nacional y del sentir patriótico, pedían el regreso a 1976. Lamentablemente los grandes multimedios y parte de las clases medias urbanas acompañaron su protesta.
Con Pierre Bourdieu llamamos racismo de la inteligencia a aquella conducta por la cual los sectores dominantes tratan de producir una teodicea de su propio privilegio, intentando justificar el orden social que ellos dominan. O sea: Naturalizando la desigualdad.
Por momentos los medios hegemonizan la opinión pública. El poder, mientras tanto, es siempre de quien lo ejerce: El gobierno ejerce el suyo, la oposición también, cada cual a partir de sus redes. Mientras tanto el Estado somos todos, aunque nos cueste comprenderlo.
Mea culpa: Debemos aceptar que la respuesta tranquilizadora que parte de la sociedad espera respecto a la problemática de la inseguridad no existe: No la tiene el oficialismo, ni el radicalismo ni los distintos conglomerados que hacen a la oposición política. Muchos menos la Justicia o las fuerzas de seguridad.
La única respuesta es la de trabajar a largo plazo, mejorando día a día los medios de vida de las clases postergadas, incluyendo, educando, dignificando, empleando. Y el único motor posible para que amplias capas de argentinos superen la maldita "línea de pobreza" es el Estado. Todos.
Ensayo producido por Christian Lourido, en el marco del Taller de Militancia y Gestión Pública dictado en ADUBA. 19 de Abril de 2009
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